25 abril 2006

La súplica del pasajero

¿Dónde te escondes? ¡Sé que existes! Distingo tu presencia. Adivino tu estirpe. Presiento tu naturaleza. Gozo de ver; la placidez de tu rostro, tan brillante.
Quiero estar despierto cuando vengas. No tardes demasiado; puedo romperme.
Oigo la cadencia de tu voz, tan melodiosa, desmoronando las murallas de mí corazón.
No permitas que duerma; mantenme despierto cuando tú estés.
Déjame percibir la fragancia de tu ser; y así mi cuerpo quedará impregnado de tu aroma.
Cuando vengas, por favor, no llames; mi corazón te reconocerá al instante.
Respirando tu amor, mi alma se desborda, y cada célula de mi cuerpo salta de gozo.