18 mayo 2008

El gran milagro




No estoy aquí para intentar señalar todos los problemas del mundo, porque hay demasiados. Sin embargo, a pesar de todos los problemas, de todo lo que está mal, hay cosas que son realmente buenas, muy buenas. A pesar de toda la fealdad, hay algo muy, muy bello. A pesar de todos los errores, hay una cosa que es perfecta. Y esa perfección, esa belleza, está dentro de ti.

Hay personas a las que les gusta señalar todos los problemas y, por un lado, me alegro de que lo hagan. Pero creo que debería haber alguien que señale lo bueno, lo bello; porque, a pesar de todos los problemas, esta vida es hermosa. Y a veces, inmersos en nuestros problemas, en nuestra confusión, en nuestras ideas, en nuestros conceptos, nos olvidamos de lo que se nos ha dado.

¿Quiénes somos? ¿Acaso sólo somos la suma de todas las cosas que ocurren a nuestro alrededor? ¿Somos simplemente personas que se despiertan por la mañana y ven sus responsabilidades: “Tengo que hacer esto y aquello”? ¿O hay algo más, algo dentro de cada ser humano que quiere sonreír, agradecer, sentir gratitud, sentir alegría?

Hablo por mi propia experiencia. Yo tengo responsabilidades. Hay días buenos y días malos. En los buenos, quiero ser feliz, quiero sentir paz. Quiero sentirme conectado conmigo mismo. Luego están los días malos. Pero incluso entonces, sólo quiero ser feliz.

Nadie puede explicar la felicidad. Uno sabe lo que es. No se trata sólo de sonreír o de reír, o de un momento del día en el que te encuentras feliz. La felicidad viene porque te sientes bien. Pensamos que nos sentimos felices por algo: nuestros hijos se licencian en la universidad, nos toca la lotería, conseguimos un ascenso. Pensamos que nuestra felicidad va asociada a todas esas cosas.

Sólo hay una persona que te puede hacer feliz, pero resulta que es una persona de la que sabes muy poco. Es raro. Conoces a tus amigos, a otras personas, a tus socios, a tus colegas, pero sabes muy poco acerca de ti mismo, de quién eres. Y tú eres esa única persona que te puede hacer muy feliz.

Veo gente que va por la autopista tocando la bocina, chillando, vociferando. De algún modo me da la sensación de que no piensan que la vida es importante. Sólo quieren llegar adonde van. Quiero que pares un momento y comprendas algo: que tu vida es increíblemente importante.

Tú no eres un número. Tampoco un nombre. Eres más que la suma de todas tus cosas buenas y malas. Mucha gente vive con miedo, pero hay un lugar dentro de ti en el que no cabe el miedo, en el que puedes sentir la libertad. Cuando alguien tiene que decirme que soy libre, es que no lo soy.

Tenemos nuestras fórmulas, pero la felicidad no tiene nada que ver con fórmulas. “Esto más eso, menos lo otro, es igual a felicidad”. O sientes la felicidad o no la sientes. O sientes alegría en tu vida o no la sientes.

¿Qué es lo que sientes en tu vida? Porque esta vida es el escenario en el que danzará la paz, en el que la felicidad cantará una canción para ti. Esta vida guarda una promesa tras otra, un regalo tras otro, para ti.

He estado observando la llegada de la primavera. ¡Es tan hermoso ver cómo llega! En mi casa, justo fuera de mi despacho, hay un árbol, y durante el invierno se le fueron cayendo las hojas, hasta quedarse con las ramas desnudas. Luego, de forma lenta pero segura, la primavera empezó a llegar, y esos brotes verdes fueron surgiendo sin perder ni un sólo día. A eso lo llamo dedicación. A eso lo llamo la vida. A eso lo llamo el gran milagro. Si ese árbol fuese humano, diría: “¿Por qué hacemos esto? El invierno volverá y tendremos que desprendernos de nuevo de todas las hojas. Olvidémoslo. Vamos a hibernar”.

No se trata de lógica, sino de algo que trasciende la lógica. El amor no es lógico. Esos pequeños brotes esperan y esperan. No pueden pronosticar el tiempo. No piensan: “Hoy y mañana hará calor, pero pasado y al otro volverá a llover, así que esperaremos”. No. Para ellos es: “Aquí está. Ha llegado el calor, el sol brilla, la temperatura es correcta. Allá vamos”. Y esos brotes, tan tiernos y delicados, no se detienen aunque haya dos días de frío y lluvia. Hay un impulso más poderoso. Y esta escena tiene lugar con miles de millones de árboles cada año.

Tu primavera ha llegado. Ya es el momento de ir a tu interior y dejar que la esperanza de paz salga a la superficie en tu vida, de ver lo bueno, de comprender qué es bueno, de volver a conocer y a decir sí a lo que has ignorado durante tanto tiempo: a ti.

Prem Rawat

17 mayo 2008

Sunset

La isla



La paz no es una novedad. No es nada nuevo, sino algo innato y necesario para nuestra supervivencia y bienestar. Nos fijamos en tantas cosas que a veces nos olvidamos de las más fundamentales.

Hay una historia de un hombre que heredó una preciosa isla. Era bellísima, con hermosas playas, árboles, pájaros, flora y fauna. El hombre podía ver la isla y lo único que deseaba era ir allí, pero no sabía nadar. Intentó ir en barco, pero no pudo atravesar el arrecife. Entonces se le ocurrió una idea brillante: "Haré un puente". No sabía cómo hacerlo, así que fue a la universidad para aprender. Estudió mucho y al final aprendió a construir puentes.

Entonces se dio cuenta de que necesitaba dinero para construir el puente, pero no tenía nada. Así que volvió a la universidad para aprender a hacer dinero. Hizo un curso de dirección de empresas, se licenció y emprendió un negocio tras otro para construir el puente con sus conocimientos recién adquiridos. Algunos negocios fueron un fracaso y en otros tuvo éxito. Pero cuando tuvo suficiente dinero para construir el puente, apenas podía ver ya la isla.

Lo que pretende decir esta historia es que todos los seres humanos quieren sentirse satisfechos, felices, sentir paz en sus vidas. Es importante. El entusiasmo está bien, pero tiene que llegar un momento en el que podamos retirarnos a nuestro interior y sentir serenidad, paz y alegría en nuestras vidas.

Si quitamos ese elemento, acabaremos por no disfrutar de nada. El éxito parecerá un fracaso y el fracaso parecerá un fracaso aún mayor, y todo lo que somos se desmoronará.

Estoy aquí para recordaros algo que ya sabéis: lo importante que es para todos nosotros estar en paz. Sí, estar en paz a pesar de todas nuestras diferencias.

Ése es el desafío, porque si decimos: "La paz llegará cuando todas nuestras diferencias desaparezcan", envejeceremos rápidamente y la paz no se producirá. La idea de la paz no es nueva. Todas las civilizaciones se han esforzado por tenerla. La pregunta es: ¿Por qué no podemos tener paz en nuestras vidas ahora? La paz de la que hablo no es el resultado de cosas externas; estoy hablando de buscar la paz que reside en nuestro interior.

Lo que realmente quiero no está en algún lugar ahí fuera, sino dentro de mí. Tengo que reconocer mi propia sed, mi propio sentimiento. Tengo que reconocer esa llamada dentro de mí que me dice: "Siéntete en paz". No mañana, ni pasado mañana, sino ahora. Necesito ese sentimiento de plenitud, con o sin todas las cosas que estén sucediendo.

¿Es posible la paz? Sí, es posible porque la paz empieza contigo. Nadie va a llevártela a tu casa. La paz no es una pizza que te pueden traer con una llamada telefónica. Está dentro de ti y siempre ha estado ahí. Lo que hay que hacer es ocuparse del sentimiento que hay en nuestro interior. Así es como sentiremos la paz.

Siente lo que está dentro de ti, el deseo de plenitud. Por eso la paz es posible.


Maharaji

Prem Rawat / Maharaji "Pure Joy"

07 mayo 2008

Vive este momento




No sé cuántas veces habremos oído decir: “La vida es un regalo”.
Y sin embargo, en todo lo que hacemos, en todo lo que ocurre, no siempre lo vemos de esa manera.

Oímos que la vida es valiosa. Pero en la rutina diaria de ver gente, gente, gente por todas partes; en la rutina diaria, mientras intentamos salir adelante... quizá se nos olvida.

Y cada mañana tiene que sonar la alarma para despertarnos. Y cada mañana, vamos pensando, mientras pasamos por la rutina diaria, pensamos en lo que va a ocurrir.

Sabemos lo que queremos que ocurra. Sabemos que “tengo que ir a la parada del autobús”, o “tengo que subirme al coche”. “Debo ir a la oficina”, “debo ir a la tienda”, “debo ir...”.

Y todos esos “deberes” que colocamos por delante de nuestra existencia.

La existencia es un río... y va pasando.

Y algunos tratan de remar con las manos, diciendo: “Más rápido, tengo que ir más rápido...”.

¿Por qué quieres acelerar? ¿No sabes lo que te espera al final de esta visita? Es evidente.

Pero algunos quieren acelerar, y el tiempo no les deja.

El tiempo es algo maravilloso.

Pasa muy rápido, pasa muy lento, pero no te deja ir más rápido o más lento que él.

Estás atrapado, atrapado en esta barquita que va navegando...

No va a ir más rápido de lo que debe, ni tampoco irá más despacio. Va realizando su travesía.

El destino de este viaje no está al final. El destino es ahora. El destino está dentro.

El propósito de este viaje no es ir del punto “A” al punto “B”, sino disfrutar de cada fracción de instante entre esos dos puntos.

La sencilla inocencia de la vida. Despertarse por la mañana y estar feliz, sin ninguna razón en absoluto. Eso es simple inocencia.

Estar vivo, y estar contento de estar vivo.

Estar consciente, consciente del disfrute.

Estar consciente del “ahora”.

Es entonces cuando el viaje empieza a ser hermoso.

Es entonces cuando empiezas a comprender lo que es la sencillez.

Es entonces cuando empiezas a comprender que esto de verdad es un regalo. ¡Un regalo!

Vive este momento, cada momento, de la forma más consciente que puedas. Y disfrútalo. Lo esencial es disfrutarlo.

Maharaji

01 mayo 2008