14 septiembre 2007

Descubriéndome

No importa la fecha de hoy, ni dónde nacimos, ni el color de nuestra piel, ni nuestro sexo, ni si somos cultos o analfabetos, ni nuestro status social, ni cómo vinimos al mundo, si en un hospital, o en un pajar, o en medio de una guerra, o en un campo recogiendo la siembra.

Todos nacemos bajo el sol. En este hermoso planeta Tierra. A todos se nos ha dado una oportunidad de descubrir quiénes somos. Hemos sido diseñados como los seres más elevados de la creación. Con la capacidad de ser consciente de nosotros mismos y de lo que nos rodea. Con unos sentidos para relacionarnos con el medio ambiente. Y seguro que muchas criaturas tienen algunos sentidos más desarrollados que nosotros, pero con el regalo que nos ha dotado la naturaleza, es suficiente para cumplir nuestro propósito.

Y lo más importante, estamos respirando. Estamos vivos. Sin este aliento este cuerpo perfectamente equipado sería un vegetal. No tendríamos conciencia de nuestro existir.

¿Quiénes somos? ¿Quién es este ser que observa detrás de los párpados? ¿Quién este ser que se mira cada día al espejo, y se asombra de lo que ve? Como si estuviera encerrado y limitado en un cuerpo ¿Quién este ser que camina, y se asombra de los movimientos? ¿Quién este ser que siente y observa el dolor de este cuerpo, la pena, la tristeza, la felicidad, la alegría, la armonía, y se asombra de todos los estados que experimentamos?

Quiero ser consciente y descubrirme cómo me desenvuelvo en mis quehaceres cotidianos, pero conscientemente. Quiero mirarme a los ojos y descubrirme un poco más.

Todas las acciones que transcurren en el eterno presente nos invitan a descubrirnos un poco más. Cuando escribimos en el ordenador. ¿Somos conscientes de cómo los dedos están tecleando las letras? ¿Somos conscientes de cómo fluyen las palabras? Somos conscientes de que nuestra vida transcurre en el presente. Y sin embargo se nos escapa el tiempo. No lo saboreamos. Cuando leemos, cuántas veces hemos de iniciar la lectura por la falta de concentración.

Es un ejercicio de ir descubriéndome cada día un poco más e ir conociendo a este ser que está conmigo todo el tiempo y por lo que se ve, está empeñado en que le conozca, más y más, y me relacione con él. Y me doy cuenta de que el eterno compañero, el aliento, me invita a que esté con él. Es la única forma de estar presente en el eterno presente. Aquí y ahora. Algo tan simple y tan rutinario como es la respiración, pasa inadvertida para nosotros todo el tiempo. Damos por hecho que respiraremos todo el tiempo, seamos conscientes o no. Deberíamos incorporar en nuestra agenda diaria, el precioso hábito de ser más consciente del aliento.

Me gustaría ir descubriéndome cada día un poco más.
F.G.M.

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