19 enero 2008

El jardín de la vida

Aunque sea una metáfora, es verdad; cuando venimos a este mundo nos dan unas semillas, y nuestra oportunidad realmente radica en lo que hacemos con ellas. ¿Cuáles son estas semillas?

Podemos empezar con una relación muy simple. Una podría ser la semilla de la ira. Otra, la semilla de la duda, y otra la de la confusión. Pero también hay una semilla de la generosidad, otra del amor, y otra de la comprensión. La semilla que plantes en tu jardín, en este jardín de la vida, se convertirá finalmente en el árbol bajo el cual descansarás. Lo apacible que resulte dependerá directamente del tipo de semilla que hayas plantado.

Algunos árboles tienen unas flores muy bellas, pero producen una savia que no permite a la hierba crecer bajo ellos. Cada semilla tiene una peculiaridad particular, algo para ofrecer. Pero cuando la plantas, cuando crece y se convierte en un árbol, desarrolla unas características muy específicas que puede que te gusten o no.

Yo no estoy aquí para emitir juicio alguno, ni para decirte qué tipo de semilla deberías haber plantado. Simplemente estoy señalando algunas de sus características. Tú eres capaz de tomar la decisión por ti mismo. Tienes suficiente inteligencia como para elegir desde un lugar de claridad lo que más te ha de beneficiar. Cuando se dan las circunstancias para poder ver con claridad, los seres humanos toman la decisión correcta.

¿Qué es lo que has plantado? Si quieres saber lo que has estado alimentando, simplemente abre la ventana y mira tu jardín. Verás todos los árboles que han crecido en él.

La mayoría de nosotros hemos plantado la semilla de la ira y parece que no titubeamos en acercarnos a este árbol, pero las gotas que nos caen de él, no nos gustan. Así que te prometes a ti mismo que nunca más te acercarás. Pero, o te olvidas o estás tan acostumbrado a vivir en la inconsciencia que no dudas en volver a ese árbol y empaparte por entero con su savia. Es asqueroso, y a veces esta savia es tan repugnante que te puede llevar una vida entera deshacerte de ella. Dos personas se aman, pero empiezan a visitar cada uno su propio arbolito y a recolectar su savia, y entonces: "Te odio. Ojalá que nunca hubieras nacido".

El árbol de la duda crece cuando las personas plantan su semilla: "¿Va a suceder eso realmente?". También es asqueroso, porque este árbol desprende un polvo que lo cubre todo, y convierte en nada todo aquello que podría haber sido hermoso. Una de las mayores lecciones que debemos aprender en la vida es dar a cada nuevo día el beneficio de una duda positiva: "Quizá éste sea mi día. A lo mejor lo que él me diga hoy será diferente".

¿Qué pasa con la comprensión? Tal vez no hayas plantado nunca esas semillas, pero no importa. Cuando sea que las plantes, crecerán; así que nunca es demasiado tarde. ¿Pero cuál es el árbol de la comprensión? Nos han enseñado a creer, a realizar un "acto de fe". Eso podría ser muy arriesgado, y no tienes por qué asumir ese riesgo. Puedes reemplazarlo por la comprensión, la comprensión de lo que significa estar vivo.

La mayoría de la gente piensa: "Yo ya sé lo que significa estar vivo". Pero tu vida está asociada con tu trabajo, con las cosas que suceden a tu alrededor. Ésa no es tu vida. Esas cosas existen porque yo existo, pero no son mi existencia. Cambiarán, podrían aparecer y desaparecer, pero yo seguiré ahí. En el centro está tu vida, tu comprensión, tus pasos, tu viaje, tu júbilo, el sentimiento de tu corazón, y el proceso hacia la satisfacción absoluta y total.

¿Qué significa estar pleno? Es un sentimiento que emana de tu interior, de tu núcleo esencial. Si alguien te pregunta: "¿Estás satisfecho?", podrías contestar: "Sí, tengo un buen trabajo, una buena familia, un buen coche, grandes amigos, incluso mis mascotas me hacen caso, así que debo estar satisfecho". ¿Pero te sientes pleno? ¿Has plantado la semilla de la plenitud?

Echa un vistazo y observa qué tipo de árboles hay en tu jardín. ¿Has plantado la semilla de la comprensión? Generamos inconsciencia y luego nos preguntamos qué es lo que nos ocurre en nuestras vidas. Eso no puede ser. Mira de nuevo esas semillas que te han dado y toma alguna decisión viable, especialmente si al observar tu terreno te das cuenta de que algunos árboles que pensabas que estarían ahí, no lo están. Pero no te preocupes. Las semillas están en tu mano, plántalas. Cuídalas.

Fomenta la generosidad en tu vida y se te recompensará con el regalo de la bondad. Planta la semilla del amor y se te gratificará con ese sentimiento increíble de amor bailando en tu corazón. Planta la semilla de la comprensión y se te premiará con comprensión. Planta la semilla de la claridad y se te recompensará con claridad.

¿Por qué deberías hacerlo? Para sentir la bondad. Para sentir ese amor auténtico. Para sentir esa comprensión verdadera. Para comprender cómo es vivir sin dudas. Para comprender que hay un lugar en el que hay respuestas, no para los demás, sino para ti.

Maharaji

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