11 mayo 2006

Diálogos con el pasajero acerca de nuestra realidad

Anónimo: ¿Quiénes somos en realidad y de dónde venimos?

Pasajero: Lo importante para mí es que el ser humano ha llegado a un grado de evolución tal, que se ha convertido en un ser privilegiado, al poseer unas cualidades que lo distinguen del resto de los animales que pueblan la Tierra. El hombre es el único ser que es consciente de sí mismo y de lo que le rodea. Tiene la capacidad de discernir y sobre todo de amar, con mayúsculas. Lo increíble, a mi entender, es que poseo una conciencia y que me encuentro en este bello planeta diseñado para experimentar la vida en su concepción más excelsa. Todas las manifestaciones de la Naturaleza han sido diseñadas por el Hacedor para nosotros, ya que somos los únicos que podemos beneficiarnos de su belleza. El cuerpo humano es un receptáculo perfecto para captar la existencia en su máximo grado de desarrollo, porque podemos armonizar con esta inmaculada creación; y sin él, nuestra esencia vagaría errante por el Cosmos, pidiendo a gritos un nuevo caparazón para disfrutar de las maravillas de este paraíso. Tenemos unos sentidos por donde percibimos este mundo, y, además, podemos sentir profundamente quiénes somos en realidad. Poseemos la capacidad de relacionarnos con nuestra esencia primordial, y gozar de nosotros mismos, ya que hemos sido hechos para deleitarnos del amor y la dicha que reside dentro de nosotros. Un animal no puede lograr el estado de conciencia del ser humano, ni tampoco recrearse en la Naturaleza como nosotros lo hacemos. Tenemos una mente que debería estar a nuestro servicio, no viceversa; de ahí es donde vienen los problemas y las frustraciones.

Anónimo: ¿Cómo es que dejamos de ser niños y nos hacemos responsables, con una personalidad férrea difícil de doblegar?

Pasajero: Venimos de la armonía y del mundo de la simplicidad e ingenuidad. Poco a poco, y con el paso del tiempo, nuestro cerebro va grabando impresiones y estímulos de este mundo exterior y nos llenamos de impurezas. Aprendemos un lenguaje; nos relacionamos con unos seres a los que no conocemos, pero con el tiempo se hacen familiares para nosotros y les llamamos padres; tratan de educarnos a su imagen y semejanza, y seguimos registrando en nuestra computadora una serie de datos, que ya es difícil que se borren. Vamos afianzándonos al medio ambiente y a la educación impuesta, la cual supondrá una huella profunda en nuestra naturaleza humana; y, lentamente, adquirimos los productos que nos ofrecen desde niños, para empezar a depender por nosotros mismos de la enseñanza adquirida. Estas impresiones quedan fijadas en nuestro cerebro virgen, al que nos supeditamos posteriormente cuando hacemos uso de la razón. A partir de ese instante, nos damos cuenta que podemos pensar por nosotros mismos, y vamos procesando todo lo que percibimos con nuestros sentidos externos. Empezamos a criticar lo adquirido y vamos desarrollando por nosotros mismos lo que ya supone un proceso irreversible de adaptación al medio. Toda la educación recibida a través de nuestros padres, colegios, amistades, y medios de manipulación de masas... dejan una señal, tan profunda en nuestro cerebro, que difícilmente podremos borrarla con el paso del tiempo, sino todo lo contrario, nos vamos sumergiendo más y más en el engranaje social establecido. Ya nunca habrá el silencio inicial, sino que seremos el reflejo de la documentación registrada en nuestra computadora. Vamos pasando por diferentes etapas de desarrollo: infancia, adolescencia, pubertad, identificación con nuestro “ego”, y la personalidad se va solidificando hasta llegar a la maduración. Cuando nos hacemos mayores, y si es que comprendemos este enigma, iniciamos un proceso de borrar de nuestra mente todo aquello que nuestra propia naturaleza rechaza, pero nos damos cuenta que los resultados siempre son traumas y frustraciones. Nos vemos en posesión de unos conocimientos adquiridos o con una carrera u oficio, y creemos que eso es lo que somos, ya que nos identificamos tanto con lo acumulado, que actuamos y nos desenvolvemos como si fuésemos realmente lo que figura en nuestro carnet de identidad. Pensamos como políticos, o como profesores, porque desarrollamos toda la psicología propia de aquello a lo cual nos hemos dedicado en la vida. Nuestra personalidad se ha fusionado tanto con lo adquirido, que ya es difícil volverse atrás. Nos vamos integrando en la sociedad de consumo, dependiendo definitivamente del medio social establecido, al que nos supeditamos inevitablemente. Llegamos a una edad en la que formamos una familia, vienen los hijos, por supuesto y entonces iniciamos con ellos el mismo proceso que hicieran con nosotros, y por consiguiente la saga que iniciaron nuestros abuelos y padres, continuará con nosotros...

Anónimo: ¿Si este mundo es una trampa, cuál es entonces el destino del hombre, y para qué hemos sido creados?

Pasajero: Hemos sido creados para realizar un propósito en esta vida; lo que sucede es que al observar las mismas cosas, generación tras generación, pensamos que estamos vivos para eso, y nos integramos en las costumbres y hábitos de nuestros antepasados y seguimos sus mismos pasos. Como tú has dicho antes, este mundo es una trampa, y en la medida que profundizas en él, quedas atrapado hasta el cuello. Anhelamos satisfacer nuestros deseos y luchamos desesperadamente hasta verlos realizados, pero no nos damos cuenta que la ambición engendra ambición, y en definitiva no volveremos a ser libres porque nos creamos tantas dependencias de cosas materiales, que cierto día esas mismas cosas que acumulamos terminarán sepultándonos. Esta sociedad de consumo está precisamente diseñada para que la sigamos como a un espejismo en el desierto, y una vez sometidos, nos damos cuenta que el resultado es frustración y desengaño, ya que no puede darnos lo que en nuestro corazón anhelamos desesperadamente, que es felicidad y amor. Venimos a este mundo desnudos y sin etiquetas, y de igual forma nos marcharemos un día; por lo tanto, de qué nos sirve atiborrarnos de materialismo, si es pura ilusión. Por mucho que conquistemos en esta vida, de nada nos servirá para el último viaje, porque nos iremos desnudos; y por muchos conocimientos que acumulemos en nuestro cerebro, también la masa encefálica quedará aquí y será pasto de los gusanos; por lo tanto, ¿por qué no consideramos de una vez, que el propósito de esta vida está en ser conscientes de quiénes somos realmente? Quién es ese ser que ve a través de los ojos, que siente, que llora, que ríe, que corre, que tiene conciencia propia, que discierne, que experimenta... Hasta que no descubramos quién es el individuo que habita dentro de nosotros -y que tiene una entidad separada de nuestra mente, del “ego”, e intelecto-, nada de lo que hagamos en este mundo y consigamos valdrá la pena a pesar del esfuerzo realizado. El ser humano ha sido creado para vivir en paz y felicidad, no para el sufrimiento. Cuando nos enfocamos en la armonía, recogemos los frutos de la dicha. No creo que nadie, mirando una puesta de sol, o contemplando un mar en calma, u observando un cielo estrellado, haya obtenido los frutos de la desdicha, sino todo lo contrario, su corazón se llenó de alborozo porque la paz y la quietud de la Naturaleza inundaron su espíritu. Por lo tanto, cuando nos concentramos en algo que no está en calma, sino todo lo contrario, lleno de miseria y sufrimiento, como es este mundo que estamos destruyendo los hombres, recogemos los frutos de la desesperación y el dolor.

Pasajero fijó su mirada en los ojos de Anónimo, mientras le decía:

¿Sabes que tienes la virtud de escuchar? No todo el mundo atiende como tú lo haces. Es un don bastante apreciable. Generalmente, cuando alguien está hablando, el otro está pensando lo que va a decirle y se pierde en sus propias ideas, buscando la mejor para refutar al contrario. Para mí es un regalo muy grande haberte encontrado y que oigas mis experiencias. Una vez escuchadas, si no te sirven para nada, puedes desecharlas, pero me estimula que estés concentrado en lo que digo.

Anónimo: Me gusta observar y aprender de todo lo que veo y oigo. Tus enseñanzas me llenan de alborozo porque señalan el camino que trato de encontrar dentro de mí. Me da la impresión que tu sabiduría procede de Oriente. Siempre haces referencia a la Naturaleza y pones ejemplos basados en la cultura oriental.

Pasajero: La sabiduría no es patrimonio de ninguna región del globo en especial. Es potestad del ser humano y es inherente a nuestra propia naturaleza. No cabe duda que tengo cierta influencia hindú, debido sobretodo a la búsqueda en la filosofía oriental. He adquirido muchos conocimientos referentes a la comprensión trascendental del Universo, y a su forma de concebir la existencia. Pero, como te he dicho antes, el saber ya está incorporado en nuestro interior desde que nacemos. Vinimos al mundo con todo el potencial necesario para desarrollarnos espiritualmente, pero necesitamos a un Maestro que nos guíe por ese camino interior.

Anónimo: La India deberá ser un país fascinante para la mentalidad occidental y materialista. Háblame un poco de sus costumbres.

Pasajero: Te asombrarías de sus hábitos y tradiciones. No creo que occidente llegue a entender las costumbres orientales, debido a que es una nación eminentemente religiosa. Se dedican todo el tiempo a controlar su mente a través del yoga. Puede decirse que lo que occidente tiene de materialista, ellos lo tienen de espiritual. Dudo que exista un lugar en la Tierra donde haya tantas creencias como allí.

En la India, en cada esquina te tropiezas con yogui. Allí es muy normal practicar el yoga, debido a su creencia de que el propósito de esta vida es unirse al Todo, a través de la meditación. Consagran toda su vida a las prácticas de técnicas de concentración mental para fundirse con el Yo universal que reside dentro de nosotros. No me extraña que en occidente estén teniendo tanto éxito, debido al gran "stress" o presión psíquica a la que nos vemos sometidos por la inercia industrial, producto de la sociedad de consumo. Buscamos desesperadamente algo que pueda frenar el impulso mental adquirido por las lacras del materialismo y de la tecnocracia. El ser humano busca incesantemente su felicidad por este mundo, en los bienes materiales o en las personas; pero no nos damos cuenta que reside dentro de nosotros. El individuo es un ser espiritual por naturaleza y hasta que no desarrollemos nuestra capacidad interior, iremos vagando por este mundo de ilusión sin hallar la respuesta que nuestro corazón desea con anhelo. El destino del hombre es relacionarse con el poder que nos ha creado y realizarlo. Este poder es la forma de energía más excelsa y superior que existe, ya que no puede crearse ni destruirse, por consiguiente es eterna. La sustancia primordial del ser humano es inmortal, y por lo tanto perdura inalterable dentro de nosotros. Esta esencia última, permanece invariable aunque nuestro cuerpo se deteriore y nuestro cerebro evolucione. Este motor primordial, es el que hace que respiremos, que nos movamos, que riamos, que nuestro corazón palpite; en definitiva: es lo que diferencia a un cuerpo vivo de otro muerto. El que yace tendido en el suelo, aunque tenga todos los órganos idénticos al vivo, una sola cosa le distingue del que se mueve: simplemente la vida. Podemos llegar a relacionarnos con esa vida, aliento, mientras estamos en un cuerpo vivo, no hace falta que nos muramos, como dicen algunas Religiones. Pero, para ir adentro de nosotros y vincularnos con la vibración primordial -que hace que respiremos-, necesitamos un método, una fórmula que nos permita profundizar en nuestro interior y sentir nuestra esencia, verla, gustarla y escucharla. El destino del hombre es fundirse con la energía primordial; al igual que la meta de un río es diluirse en el océano. Por lo tanto, para ello necesitamos un Maestro que nos enseñe esta gran verdad, y que nos guíe por los senderos escondidos de nuestro interior, y así descubrir definitivamente el tesoro oculto en nuestro corazón. Es vital para nosotros relacionarnos con la energía suprema que nos da la vida, ya que para eso estamos en este mundo. Toda la Creación ha sido diseñada para armonizar con esta vida interior, por consiguiente hemos de hallar en esta existencia -no después de muertos-, el verdadero guía para esta hermosa tarea de sondear dentro de nosotros. Toda esta inmaculada Naturaleza está esperando el momento en que el hombre descubra su verdadera realidad; entonces el individuo vivirá en armonía con su entorno, realizando el propósito por el cual ha sido traído a este Paraíso Terrenal, y sincronizarse con el Reino de los Cielos, que se encuentra dentro de este cuerpo perfecto.

No hay comentarios: