-Pasajero. No me estoy refiriendo a las cualidades innatas ni a la conciencia individual que poseemos -que por supuesto nos diferencian a unos de otros-, sino a las ideas y conceptos que adquirimos en este mundo. Si en vez de estar observando una parte muy pequeña de habitantes de esta ciudad, fuésemos espectadores de todos los seres humanos de este planeta, tendríamos que diferenciar sus religiones, tendencias políticas, ideales, patriotismos, racismos, etc.; y cada uno iría enarbolando su propio estandarte. Sin embargo, no somos conscientes de que por nuestras venas corre la misma sangre, ya seamos blancos o negros; de que el aire que inhalamos es común a todos los seres de esta Tierra; de que el Sol nos alumbra por igual; de que las estrellas brillan tanto para rusos como para americanos; de que la semilla germina en la tierra donde moran ricos y pobres, ateos y creyentes; de que los océanos no trazan fronteras, únicamente los hombres delimitan sus aguas jurisdiccionales... Deberíamos dedicar más tiempo a observar la Naturaleza, puesto que aprenderíamos muchas cosas que actualmente nos pasan inadvertidas. El único ser que está en desarmonía con el entorno ecológico es, sin lugar a dudas, el hombre; y todo se deriva, primordialmente, de no estar en armonía consigo mismo. Si estuviésemos equilibrados interiormente, sintonizaríamos con nuestro hábitat, pero seguimos los dictámenes de la actividad mental descontrolada, siendo su meta: confundirnos ciegamente.
-Anónimo. Me estoy dando cuenta ahora, claramente, de que siempre volvemos al mismo punto de partida. Estamos dando vueltas en círculo para llegar a la misma conclusión: la respuesta a todos los males se halla en el ser humano, y todo ello por desconocer su propósito fundamental.
-Pasajero. Así es. Hemos avanzado, a pasos agigantados, en la tecnología; pero seguimos sin conocernos. ¿De qué nos sirve tener un automóvil último modelo, si nos falta la gasolina?; lo mismo podríamos decir de un gran computador, sin la fuente de alimentación no serviría para nada... Quiero expresar con esto que disponemos de un cuerpo perfecto, dotado de un cerebro, que, incluso, ha creado a sus hermanos electrónicos; pero más importante aún que la materia gris, es la energía que nos mantiene vivos. Sin esta vida con mayúsculas no podríamos funcionar en absoluto, y ya me dirás el caso que le hacemos.
El Pasajero radiaba felicidad, ya que hacía tiempo que no tenía a alguien con quien compartir su vida. Apreciaba profundamente que un joven como su amigo dedicara su tiempo a escucharlo. Por fin habría un ser que recogerla los frutos de sus experiencias.
Pasajero, advirtiendo que Anónimo tenía en sus manos el Evangelio de Acuario, le insinuó:
-¿Te asombran las declaraciones del libro, no?
-Estoy admirado de sus revelaciones -contestó Anónimo-. Siempre he tenido la sospecha de que el Vaticano debe guardar en sus bibliotecas documentación secreta sobre la vida de Jesús, pero, indudablemente, no se atreven a hacerla pública; se desmoronaría el embrollo que se han montado en tomo a la figura del Mesías. Este Evangelio corrobora la tesis que me había formado acerca de Cristo. Creo que el tiempo desvelará todos los misterios que la Santa Sede ha inventado para salvaguardar la Religión Católica.
-¡Todo entra dentro del plan divino, Anónimo! Si no existiera la oscuridad, no apreciaríamos la luz; si no se desatara la tormenta, no valoraríamos la calma; si no hubiera noche, no consideraríamos el día; si no sufriéramos enfermedades, no estimaríamos la salud; si no existiera mente, que nos incordie, no desearíamos la armonía interior... De igual forma, si las Religiones no fuesen creadas por los hombres, y no viésemos en ellas el fanatismo, la manipulación, y el miedo que ejercen sobre conciencias inocentes, etc., no reconoceríamos la verdad en la presencia física del Maestro.
-¿Cómo es que tarda tanto en manifestarse el Enviado Divino? Por mis indagaciones he podido comprobar que sale a la luz, cuando la sociedad necesita, desesperadamente, su presencia física; o por lo menos, eso es lo que ha ocurrido con los avataras anteriores. Sucedió con Krishna, Cristo, Buda, Mahoma, etc.
-¿Te asombran las declaraciones del libro, no?
-Estoy admirado de sus revelaciones -contestó Anónimo-. Siempre he tenido la sospecha de que el Vaticano debe guardar en sus bibliotecas documentación secreta sobre la vida de Jesús, pero, indudablemente, no se atreven a hacerla pública; se desmoronaría el embrollo que se han montado en tomo a la figura del Mesías. Este Evangelio corrobora la tesis que me había formado acerca de Cristo. Creo que el tiempo desvelará todos los misterios que la Santa Sede ha inventado para salvaguardar la Religión Católica.
-¡Todo entra dentro del plan divino, Anónimo! Si no existiera la oscuridad, no apreciaríamos la luz; si no se desatara la tormenta, no valoraríamos la calma; si no hubiera noche, no consideraríamos el día; si no sufriéramos enfermedades, no estimaríamos la salud; si no existiera mente, que nos incordie, no desearíamos la armonía interior... De igual forma, si las Religiones no fuesen creadas por los hombres, y no viésemos en ellas el fanatismo, la manipulación, y el miedo que ejercen sobre conciencias inocentes, etc., no reconoceríamos la verdad en la presencia física del Maestro.
-¿Cómo es que tarda tanto en manifestarse el Enviado Divino? Por mis indagaciones he podido comprobar que sale a la luz, cuando la sociedad necesita, desesperadamente, su presencia física; o por lo menos, eso es lo que ha ocurrido con los avataras anteriores. Sucedió con Krishna, Cristo, Buda, Mahoma, etc.
-La Encarnación Divina siempre ha vivido en este mundo. Él no puede abandonar a sus criaturas, puesto que lo necesitamos constantemente. Lo que sucede es que se esconde para que lo busquemos. Cuando el hombre, por ignorancia, busca satisfacer sus apetitos en los deseos mundanos, está claro que no nos hace falta; pero, cuando un corazón sediento vaga errante por todos los rincones del planeta, solicitando ayuda interior, El se manifiesta y le muestra la experiencia de la verdad dentro de él. Las sandalias del Maestro siempre están pisando esta Tierra, y cuando ese poder deja un cuerpo, se encarna en otro para continuar su misión liberadora a través de los tiempos. El Verbo o la Palabra es la vibración primordial que perdura eternamente; ese poder tomó forma humana desde los orígenes de los siglos para estar presente entre nosotros. Existe una concatenación de Maestros en la Historia de la Humanidad; lo que ocurre es que sólo conocemos a aquellos que han dejado su huella más marcada en su caminar por la Tierra. Cristo no fue más que un eslabón en la cadena divina.
-A un cristiano le resultará bastante difícil aceptar estas declaraciones, ¿no?
-Es normal, ya que nos han educado en la Religión Católica, y, por lo tanto, las creencias que tenemos del Mesías se han quedado muy grabadas en nuestro cerebro. Si hubiéramos nacido en la India, seguiríamos a Buda, Krishna o Rama...
¿Crees que pueda brillar algún día, sobre la Humanidad, la Edad de Oro?
-Yo creo que si. Este Universo fue creado con el propósito de que los seres humanos puedan vivir en paz y sintonizados con su esencia primordial. Actualmente, cada día se hace más evidente que el hombre está yendo contra corriente y, como fruto de ello, vemos los síntomas externos que presagian su autodestrucción. Por lo visto, parece ser que la única forma que tenemos para aprender es comprobar en nuestra propia piel el resultado de nuestros errores. Yo creo que habrá un resurgir de los valores espirituales del ser, que durante tanto tiempo han estado velados por nuestra ignorancia y ceguera. El péndulo de la historia ha señalado demasiado tiempo hacia el materialismo y la tecnocracia. Ya es hora de que despertemos hacia una nueva forma de vivir en armonía y en paz; presiento que estamos en el umbral de una Edad gloriosa.
-Yo también tengo esa misma impresión, pero hasta que no se manifieste el verdadero guía, creo que no será posible. El caos mundial no se soluciona con arengas políticas ni promesas electorales. El mal que azota a la Humanidad es interior. La paz es un estado natural del ser, pero necesitamos la forma para ponernos en contacto con la fuente de donde mana.
-Efectivamente. La gente grita paz y libertad en las manifestaciones; pero, si estamos en guerra con nosotros mismos, y presos en nuestros conceptos, nunca alcanzaremos estas nobles virtudes por muchas reivindicaciones que hagamos.
Ambos estaban totalmente sumergidos en el diálogo, tratando de desvelar los misterios existenciales del hombre. Abordasen el tema que fuera, siempre llegaban a la misma conclusión: la respuesta estaba en el interior del hombre y había que llegar ahí para que éste experimentara su razón de vivir. Pero, ¿Quién se atribuiría el privilegio de ser el Maestro verdadero? Esta pregunta rondaba hacia tiempo por el cerebro de Anónimo, que no tardó en lanzársela al Pasajero:
-¡Pasajero! Yo creo que ha quedado de manifiesto, claramente, que el Maestro siempre está en la Tierra, y que sale a la luz con más poder cuando la Humanidad lo necesita desesperadamente. Hemos llegado a la cima de la confusión y por lo tanto se hace evidente la presencia física del Maestro. Dime sinceramente lo que sepas de Él.
El Pasajero le miró tiernamente adivinando su impaciencia. Comprendía y aceptaba el estado de su amigo, puesto que sólo le restaba por encontrar al verdadero guía que le mostrase prácticamente la fuente de dicha interior.
-¡No te sientas inquieto, Anónimo! -exclamó el Pasajero-. Cuando el discípulo está preparado, el Maestro aparece. Debes tener paciencia y esperar el momento oportuno para estar frente a Él. Has avanzado mucho en el camino de la verdad y estoy sorprendido por tus indagaciones. Yo tuve un guru y he meditado muchas horas para lograr la conciencia que tú has conseguido, simplemente, por tu anhelo interior de relacionarte con la fuente de vida. Si quieres que te sea franco, lo único que conozco son profecías acerca de su advenimiento, anunciando el nacimiento de un niño hindú que guiaría a todas las naciones hacia la paz; establecería el amor y la felicidad entre los hombres, a través de su Conocimiento, y seria conocido en todos los rincones de la Tierra; viniendo esta vez con más poder que nunca, y que rescatarla a todos sus devotos. Como ves amigo mío, no tienes que preocuparte en absoluto, puesto que Él mismo vendrá a ti, para que puedas completar tu ciclo existencial. También se cuidará, con mucho amor, de poner las pistas necesarias para que le encuentres. Será Él quien te busque a partir de ahora, ya que he podido comprobar que ya eres su seguidor antes de conocerlo. Cuando te revele la experiencia suprema podrás alcanzar, a través de la meditación, el estado más elevado al cual puede llegar un ser humano, que es: la devoción.
Por las mejillas de Anónimo corrían lágrimas de felicidad. Presentía que estaba llamando a la puerta correcta y que alguien rebosante de amor y comprensión le tendía su mano invitándole a entrar en el verdadero hogar. Por fin reposaría su cabeza a los pies de su legítimo padre.
Pasajero se aproximó a su amigo y, abrazándolo cariñosamente, le dijo:
-¡Llora de alegría, Anónimo! Muchas vidas han tenido que pasar para alcanzar el estado de conciencia que ahora tienes. Por fin han llegado a su destino los gritos que tu alma han lanzado al vacío. Ya nada debes temer en este mundo; simplemente, espera con amor la llamada del Maestro. Lo reconocerás al instante porque tu corazón saltará de gozo cuando oigas hablar de Él, ya que sus discípulos propagarán por los cuatro vientos su presencia física. No te dejes llevar por las apariencias externas y sigue el fluir de tu corazón.
Mientras el Pasajero consolaba a su amigo y le decía sabias palabras, un hermoso pájaro aparecía en la terraza, entonando cánticos sostenidos y melodiosos.
Anónimo reaccionó y fue corriendo hacia el lugar de donde procedían los sonidos:
-¡Mira, Pasajero, es un ruiseñor! -exclamó Anónimo.
-Es mi viejo amigo que hoy se ha retrasado un poco -le dijo el Pasajero-. Siempre viene al atardecer y me acompaña con sus deleitables cánticos. Es un ave solitaria como yo; por eso hemos hecho muy buena amistad. Yo le llamo el ruiseñor de la esperanza, porque cada día me recuerda, con su voz, que mí alma es como un pájaro surcando los espacios infinitos de mi interior, confiando que algún día pueda morar en el océano de amor eterno.
Anónimo se quedó en la terraza, contemplando el cielo estrellado. No sabía cómo agradecer la dicha que experimentaba. Estaba siendo un día lleno de felicidad y esperanza. Una ligera brisa soplaba y el joven buscador respiraba profundamente mientras se concentraba en el centellear de los astros.
El Pasajero también salió al terrado y juntos compartían un presente pleno de alborozo. Sus rostros estaban relajados y sus mentes parecían no existir. Un silencio inundó la estancia y ambos se miraron fijamente a los ojos.
El Pasajero, rompiendo la armonía que se había originado, dijo a su amigo:
-¿No te parece increíble que estemos vivos para que podamos percibir tanta perfección?
Muchas noches saco la mecedora y contemplo las estrellas. Es una experiencia que tendrías que probar. Llega un momento en el que todo desaparece a tu alrededor y lo único que existe es el ser que mira a través de los ojos y un cielo luminoso que te baña de dicha. El Universo no es más que un vivo reflejo de nuestro interior, puesto que fuimos creados a imagen y semejanza del Creador; por lo tanto, cuando nos concentramos en el Cosmos, la impresión que recogemos nos recuerda lo que somos en esencia.
Anónimo miraba al Pasajero con amor, parecía un niño disfrutando de la vida y apreciando el regalo de la Naturaleza.
El Pasajero había influido decisivamente en su estado de ánimo, produciéndole una sensación de impaciencia por encontrar al Maestro. Estaba seguro de que en algún lugar del planeta un ser rebosante de amor iniciaba la hermosa misión de rescatar a sus devotos.
Un escalofrío recorría su cuerpo, simplemente, al pensar que un día no muy lejano vería el rostro del verdadero guía.
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