Siempre es un gran honor hablar a quienes quieren aprender algo más sobre esta vida. Voy a contar una historia muy sencilla.
Hace tiempo había un instrumento musical muy delicado y producía el sonido más hermoso. Pero la gente empezó a buscar instrumentos “nuevos y diferentes”, invitaban a otros músicos a que vinieran a tocar y éstos llegaban con sus tambores, flautas y guitarras.
Pronto no hubo nadie que supiera tocar aquel instrumento tan especial, y la gente empezó a preguntarse si servía para algo. Era precioso y les intrigaba, pero poco a poco se fue cubriendo de polvo, pues ya no le prestaban atención, y además se había desafinado.
Un día, llegó alguien y les dijo: “¿Por qué habéis dejado de lado este instrumento tan hermoso?” La gente le miró preguntándose: “¿Qué instrumento? Los tambores están todos bien tensados, las flautas en el tono justo, los violines perfectos y el piano afinado”. Pero aquel hombre siguió diciendo: “¿No os acordáis de ese instrumento? Por él os interesasteis en la música, construisteis este edificio y os reuníais para escucharlo. Ahora que vuestra curiosidad os ha llevado hacia lo nuevo y diferente, lo tenéis abandonado”.
“¿Qué tiene de especial ese instrumento?”, le preguntaron, y aquel hombre respondió: “Os lo mostraré”. Lo limpió y el instrumento empezó a brillar. Porque ocurre que nos olvidamos y sólo vemos la suciedad de la superficie, pero la persona que sabe es capaz de ver más allá de lo sucio; puede quitarle el polvo y renovar su belleza, su brillo, su atractivo, su gloria. Y entonces hizo lo más importante: lo afinó. Para que el instrumento suene bien, tiene que estar afinado.
Después de afinarlo, se lo devolvió a la gente diciendo: “Ahora, tocad”. Le contestaron que no sabían, y él les animó: “Con sólo pulsar sus cuerdas producirá el sonido más hermoso. Escuchad; lo oiréis”. Cuando comenzaron a tocar, se quedaron fascinados con aquel sonido tan maravilloso. Ahí tenían un instrumento que verdaderamente podía llegar al corazón.
¿Cuál es ese instrumento? Eres tú. En tu carrera tras lo “nuevo y diferente”, te has olvidado de ti mismo. Ya sólo cuenta el atractivo de lo “nuevo y diferente”; no este instrumento, esta vida, este corazón. Todo lo demás tiene prioridad. Pasas el día entero diciendo que tienes que hacer esto y aquello. ¿Figuras tú en algún lugar de esa lista? ¿En el número 10?, ¿en el 20?, ¿en el 100? No; no estás en ningún lugar.
Cuando ese instrumento esté afinado y empieces a tocar, oirás una melodía: la melodía del aliento que entra en ti. Es muy sencillo; lo que estás buscando, lo que necesitas, está dentro de ti, pero, por negligencia, el instrumento se ha desafinado. Cuando se afine, podrás disfrutar de su potencial.
Se trata de tu vida; encuentra esa plenitud. Es lo menos que te debes a ti mismo. Si quieres hacerte rico, empieza por ti. La primera deuda que has de pagar es la que tienes con tu corazón; su petición, su deseo de sentirse plenamente satisfecho. No es pedir demasiado; es algo muy simple. Siente la plenitud.
Maharaji
Hace tiempo había un instrumento musical muy delicado y producía el sonido más hermoso. Pero la gente empezó a buscar instrumentos “nuevos y diferentes”, invitaban a otros músicos a que vinieran a tocar y éstos llegaban con sus tambores, flautas y guitarras.
Pronto no hubo nadie que supiera tocar aquel instrumento tan especial, y la gente empezó a preguntarse si servía para algo. Era precioso y les intrigaba, pero poco a poco se fue cubriendo de polvo, pues ya no le prestaban atención, y además se había desafinado.
Un día, llegó alguien y les dijo: “¿Por qué habéis dejado de lado este instrumento tan hermoso?” La gente le miró preguntándose: “¿Qué instrumento? Los tambores están todos bien tensados, las flautas en el tono justo, los violines perfectos y el piano afinado”. Pero aquel hombre siguió diciendo: “¿No os acordáis de ese instrumento? Por él os interesasteis en la música, construisteis este edificio y os reuníais para escucharlo. Ahora que vuestra curiosidad os ha llevado hacia lo nuevo y diferente, lo tenéis abandonado”.
“¿Qué tiene de especial ese instrumento?”, le preguntaron, y aquel hombre respondió: “Os lo mostraré”. Lo limpió y el instrumento empezó a brillar. Porque ocurre que nos olvidamos y sólo vemos la suciedad de la superficie, pero la persona que sabe es capaz de ver más allá de lo sucio; puede quitarle el polvo y renovar su belleza, su brillo, su atractivo, su gloria. Y entonces hizo lo más importante: lo afinó. Para que el instrumento suene bien, tiene que estar afinado.
Después de afinarlo, se lo devolvió a la gente diciendo: “Ahora, tocad”. Le contestaron que no sabían, y él les animó: “Con sólo pulsar sus cuerdas producirá el sonido más hermoso. Escuchad; lo oiréis”. Cuando comenzaron a tocar, se quedaron fascinados con aquel sonido tan maravilloso. Ahí tenían un instrumento que verdaderamente podía llegar al corazón.
¿Cuál es ese instrumento? Eres tú. En tu carrera tras lo “nuevo y diferente”, te has olvidado de ti mismo. Ya sólo cuenta el atractivo de lo “nuevo y diferente”; no este instrumento, esta vida, este corazón. Todo lo demás tiene prioridad. Pasas el día entero diciendo que tienes que hacer esto y aquello. ¿Figuras tú en algún lugar de esa lista? ¿En el número 10?, ¿en el 20?, ¿en el 100? No; no estás en ningún lugar.
Cuando ese instrumento esté afinado y empieces a tocar, oirás una melodía: la melodía del aliento que entra en ti. Es muy sencillo; lo que estás buscando, lo que necesitas, está dentro de ti, pero, por negligencia, el instrumento se ha desafinado. Cuando se afine, podrás disfrutar de su potencial.
Se trata de tu vida; encuentra esa plenitud. Es lo menos que te debes a ti mismo. Si quieres hacerte rico, empieza por ti. La primera deuda que has de pagar es la que tienes con tu corazón; su petición, su deseo de sentirse plenamente satisfecho. No es pedir demasiado; es algo muy simple. Siente la plenitud.
Maharaji
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