Sri Ramakrishna. Dichos y Sentencias
328. Había un leñador que llevaba una vida muy mísera con los pocos medios que podía obtener con la venta diaria de la carga de madera que traía del bosque cercano. Un día, un samnyásin (asceta), que iba de camino por el bosque, lo vio trabajar y le aconsejó que se adentrara hasta los claros más recónditos del bosque, dándole a entender que saldría ganando con ello. Hizo caso de la advertencia el leñador y siguió avanzando hacia el interior hasta que llegó a un árbol de sándalo, y entonces, muy contento, se llevó todos los tablones de sándalo que pudo cargar, y los vendió en el mercado y tuvo muchas ganancias. Empezó entonces a pensar para sí que por qué el buen samnyásin no le había dicho nada de la madera de los árboles de sándalo, sino que simplemente le aconsejó que siguiese avanzando hacia el interior del bosque. De modo que, al día siguiente, siguió avanzando más allá del lugar del árbol de sándalo, y acabó llegando a una mina de cobre, y allí tomó todo el cobre que pudo cargar, y ganó mucho dinero vendiéndolo en el mercado. Al día siguiente, sin detenerse en la mina de cobre, continuó más allá, como le había dicho el sadhu (santo) que hiciese, y llegó a una mina de plata y tomó tanta plata como pudo cargar, y la vendió toda y consiguió mucho más dinero; y así cada día iba más y más allá, y fue encontrando minas de oro, y minas de diamantes, y al final se hizo sumamente rico. Eso es también lo que ocurre con aquel que aspira al conocimiento verdadero. Si no se detiene en su progreso tras haber alcanzado unos cuantos poderes extraordinarios y sobrenaturales, termina haciéndose realmente rico en el eterno conocimiento de la verdad.
328. Había un leñador que llevaba una vida muy mísera con los pocos medios que podía obtener con la venta diaria de la carga de madera que traía del bosque cercano. Un día, un samnyásin (asceta), que iba de camino por el bosque, lo vio trabajar y le aconsejó que se adentrara hasta los claros más recónditos del bosque, dándole a entender que saldría ganando con ello. Hizo caso de la advertencia el leñador y siguió avanzando hacia el interior hasta que llegó a un árbol de sándalo, y entonces, muy contento, se llevó todos los tablones de sándalo que pudo cargar, y los vendió en el mercado y tuvo muchas ganancias. Empezó entonces a pensar para sí que por qué el buen samnyásin no le había dicho nada de la madera de los árboles de sándalo, sino que simplemente le aconsejó que siguiese avanzando hacia el interior del bosque. De modo que, al día siguiente, siguió avanzando más allá del lugar del árbol de sándalo, y acabó llegando a una mina de cobre, y allí tomó todo el cobre que pudo cargar, y ganó mucho dinero vendiéndolo en el mercado. Al día siguiente, sin detenerse en la mina de cobre, continuó más allá, como le había dicho el sadhu (santo) que hiciese, y llegó a una mina de plata y tomó tanta plata como pudo cargar, y la vendió toda y consiguió mucho más dinero; y así cada día iba más y más allá, y fue encontrando minas de oro, y minas de diamantes, y al final se hizo sumamente rico. Eso es también lo que ocurre con aquel que aspira al conocimiento verdadero. Si no se detiene en su progreso tras haber alcanzado unos cuantos poderes extraordinarios y sobrenaturales, termina haciéndose realmente rico en el eterno conocimiento de la verdad.
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