16 junio 2007

Iniciativas Humanitarias

La Fundación Prem Rawat: Cinco años de labor humanitaria







Un aspecto importante de la misión de La Fundación Prem Rawat es ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas más necesitadas.

http://tprf.org/es/hum_init.htm


Maharaji pone en marcha una iniciativa de ayuda alimentaria

En una ceremonia que tuvo lugar en Bantoli, un pueblo del estado de Jharkand, Maharaji puso la primera piedra de unas instalaciones que servirán de forma gratuita comidas nutritivas a niños y adultos necesitados. Los habitantes de la zona de Bantoli, que es una apartada región del nordeste de la India, son unas de las personas más pobres del mundo.


Maharaji, hablando a un público de ancianos, adultos y niños de Bantoli y de los pueblos cercanos, que se habían reunido para la ocasión, dijo: “Me alegra mucho ver que se ha puesto en marcha este proyecto. Cuando vine aquí por primera vez, observé que los habitantes eran ricos en su corazón, pero no tenían cubiertas las necesidades más básicas. Pensé que estaría bien poder desarrollar un centro que facilitase alimentos a los necesitados. Con esa intención, La Fundación Prem Rawat ha promovido este proyecto que beneficiará a los habitantes de Bantoli y, especialmente, a los niños”. (Traducido del hindi)

Un anciano de la localidad dijo más tarde: “Esta iniciativa es una oportunidad dorada para nosotros, la gente de Bantoli. Trataremos de aprovechar al máximo este regalo de Maharaji, que nos ayudará a construir un futuro mejor para nosotros y para nuestros hijos”. (Traducido del dialecto local)


El Programa "Comida para Todos" de TPRF lleva esperanza a aldeas remotas de India


Hace tan solo un año, La Fundación Prem Rawat (TPRF) ponía en marcha el programa "Comida para Todos" (en inglés Food for People, o abreviado FFP), una innovadora iniciativa para proporcionar alimentos en la remota zona tribal de Jharkhand, al noreste de India, cuyos habitantes han luchado desde siempre y cada día por sobrevivir. Situado en 2,5 hectáreas de terreno, el recinto de 930 metros cuadrados es una construcción totalmente nueva, impecablemente limpia y equipada con una amplia cocina, despensa independiente, salas para la preparación de las comidas, una espaciosa zona de comedores y modernas instalaciones sanitarias. En su primer año de funcionamiento, el centro "Comida para Todos" ha servido a niños y adultos más de 150.000 comidas calientes, nutritivas y típicas de la zona.

Antes de iniciarse el programa, los niños trataban de alimentarse con lo que encontraban, ya fueran larvas de gusanos o los restos de comida que las ratas almacenan en los nidos para sus crías. Muchos adultos padecían debilidad crónica o enfermedades y eran incapaces de ganar dinero suficiente para alimentar a sus familias. Los niños dejaban la escuela a una edad muy temprana para empezar a trabajar a cambio de comida. La población de la zona, que en general había sido pasada por alto en los planes humanitarios de las entidades benéficas más importantes, había entrado en una devastadora espiral de pobreza y enfermedad, originándose un elevado índice de mortalidad infantil y una disminución en las expectativas de vida.

En el transcurso de un año esta ayuda ha supuesto significativos cambios. Los adultos gozan de mejor salud al ingerir a diario comida caliente nutritiva y equilibrada y aquellos que anteriormente estaban desempleados ahora han podido conseguir empleos en pueblos cercanos y llevar comida a sus familias.

Los niños también disfrutan de una notable mejoría en la salud. Tanto la asistencia a la escuela como su capacidad de concentración han aumentado considerablemente y gracias a ello también la expectativa de que un mayor número de jóvenes siga estudiando y preparándose para la vida laboral. Con el tiempo, ellos podrán ser un apoyo para sus mayores y proporcionarles a sus propios hijos una vida mejor y más estable. Y lo que es igualmente importante, empiezan a tener esperanzas de que sus vidas puedan mejorar y sus hijos aspirar a un futuro más halagüeño del que ha tenido la población durante muchas generaciones.

El punto de vista de Prem Rawat acerca de esta situación es claro y directo. Si ofrecemos ayuda alimentaria a la población, respetando al mismo tiempo las costumbres locales y la dignidad individual, los adultos podrán dar los pasos necesarios para conseguir ingresos, y los niños podrán estudiar. Aumentarán sus posibilidades de una vida más estable y sana. Para llevar a cabo este proyecto La Fundación Prem Rawat ha hecho partícipe a la población de muy diversos modos, dejándose asesorar por los ancianos del lugar acerca del desarrollo y administración del centro "Comida para Todos", incluyendo la elaboración de los menús con recetas procedentes de sus platos tradicionales.



Al centro "Comida para Todos" también acuden los habitantes de varios pueblos que se encuentran a una distancia, caminando, de diez a treinta minutos. Durante las comidas se ven por televisión programas educativos en hindi, su idioma nativo, que les presentan a los niños otros mundos más allá de su aldea, mostrándoles diversas culturas, así como animales y paisajes que nunca imaginaron que existieran. Para muchos de los niños y adultos que acuden al centro esta es la primera vez que usan los aseos, se lavan las manos antes de comer, hacen cola esperando su turno para que les sirvan la comida, y pueden contar con una comida caliente y nutritiva al menos una vez al día durante todo el año.

Después de asistir a la celebración en India del primer año de actividad del programa Comida para Todos, Linda Pascotto, presidenta de La Fundación Prem Rawat, pudo comprobar de primera mano los asombrosos cambios ocurridos en un solo año. Las miradas de muchos niños, que antes aparecían un tanto vidriosas, ahora reflejan vivacidad, ya no tienen las mejillas hundidas y por todas partes se les oye charlar y reír. Como era verano, la escuela comenzaba en las horas más frescas de la mañana para evitar los fuertes calores del mediodía. De vuelta a casa desde la escuela, los niños venían para comer su comida principal y se ponían en fila de forma ordenada y voluntariamente para lavarse las manos y recoger su thali (una tradicional bandeja redonda de acero con varios compartimentos), que pronto sería llenada con deliciosa comida caliente.

Linda Pascotto comentó que “todos, tanto los ancianos como los niños y sus padres, han expresado su agradecimiento”. Ella contaba que un chico de trece años le dijo: “La comida siempre sabe rica. Ahora me siento mejor y progreso en la escuela”. Un joven padre le comentó: “Están haciendo ustedes una buena labor. Nuestros hijos y el resto de habitantes del poblado gozan de mejor salud. Estamos muy contentos con lo que nos ofrecen”. Otro decía: “Ahora que como todos los días, he recuperado mi capacidad de trabajo. Sin comida, estaba demasiado débil para hacer nada. Ahora dispongo de energía suficiente para mantener a mi familia”.

Los habitantes del lugar están totalmente orgullosos de su centro e impresionados por lo limpio que está y lo bien que funciona. Y ellos han contribuido con su propio esfuerzo. Forman parte del personal del centro —algunos contratados y otros como voluntarios— y han recibido formación para dirigir las instalaciones, manteniéndolas limpias, cocinando y sirviendo las comidas. Se intenta comprar el máximo posible de comida en los mercados locales, ayudando así a la economía del lugar, y en las pocas hectáreas de terreno que rodean al centro, se cultivan verduras. Los ancianos recomendaron el plan de comidas según las estaciones y ayudaron a contemplar futuras posibilidades como la de una nueva iniciativa que consiste en que los familiares de personas mayores o enfermas que no pueden acudir al centro, puedan llevarles comida caliente a casa en fiambreras de metal.

Tras el primer año, existe un consenso general del completo éxito del proyecto y de su prometedora proyección de futuro. Hará falta un tiempo para evaluar la repercusión en la comunidad a largo plazo, pero ya se ven señales de que el círculo vicioso de la indigencia se ha roto. Linda Pascotto comentaba: “La duración del proyecto ha sido suficiente como para comprobar que la población adulta puede trabajar en los pueblos cercanos, ya que ha recobrado la salud y la energía al tener acceso a comida nutritiva de manera regular, y los niños ahora pueden permanecer más tiempo en la escuela. Las familias, al ser más autosuficientes económicamente, necesitan menos ayudas y se sienten orgullosas de haber recuperado su independencia. Se trata de un proceso de marcha atrás en la espiral descendente en la que estaban sumidos desde hacía años. Ya hemos empezado a planificar la aplicación de este modelo en otros lugares, inicialmente en Nepal y sur de India”.

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