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En una ceremonia que tuvo lugar en Bantoli, un pueblo del estado de Jharkand, Maharaji puso la primera piedra de unas instalaciones que servirán de forma gratuita comidas nutritivas a niños y adultos necesitados. Los habitantes de la zona de Bantoli, que es una apartada región del nordeste de la India, son unas de las personas más pobres del mundo.
Maharaji, hablando a un público de ancianos, adultos y niños de Bantoli y de los pueblos cercanos, que se habían reunido para la ocasión, dijo: “Me alegra mucho ver que se ha puesto en marcha este proyecto. Cuando vine aquí por primera vez, observé que los habitantes eran ricos en su corazón, pero no tenían cubiertas las necesidades más básicas. Pensé que estaría bien poder desarrollar un centro que facilitase alimentos a los necesitados. Con esa intención, La Fundación Prem Rawat ha promovido este proyecto que beneficiará a los habitantes de Bantoli y, especialmente, a los niños”. (Traducido del hindi)
Un anciano de la localidad dijo más tarde: “Esta iniciativa es una oportunidad dorada para nosotros, la gente de Bantoli. Trataremos de aprovechar al máximo este regalo de Maharaji, que nos ayudará a construir un futuro mejor para nosotros y para nuestros hijos”. (Traducido del dialecto local)
Antes de iniciarse el programa, los niños trataban de alimentarse con lo que encontraban, ya fueran larvas de gusanos o los restos de comida que las ratas almacenan en los nidos para sus crías. Muchos adultos padecían debilidad crónica o enfermedades y eran incapaces de ganar dinero suficiente para alimentar a sus familias. Los niños dejaban la escuela a una edad muy temprana para empezar a trabajar a cambio de comida. La población de la zona, que en general había sido pasada por alto en los planes humanitarios de las entidades benéficas más importantes, había entrado en una devastadora espiral de pobreza y enfermedad, originándose un elevado índice de mortalidad infantil y una disminución en las expectativas de vida.
En el transcurso de un año esta ayuda ha supuesto significativos cambios. Los adultos gozan de mejor salud al ingerir a diario comida caliente nutritiva y equilibrada y aquellos que anteriormente estaban desempleados ahora han podido conseguir empleos en pueblos cercanos y llevar comida a sus familias.
Los niños también disfrutan de una notable mejoría en la salud. Tanto la asistencia a la escuela como su capacidad de concentración han aumentado considerablemente y gracias a ello también la expectativa de que un mayor número de jóvenes siga estudiando y preparándose para la vida laboral. Con el tiempo, ellos podrán ser un apoyo para sus mayores y proporcionarles a sus propios hijos una vida mejor y más estable. Y lo que es igualmente importante, empiezan a tener esperanzas de que sus vidas puedan mejorar y sus hijos aspirar a un futuro más halagüeño del que ha tenido la población durante muchas generaciones.
El punto de vista de Prem Rawat acerca de esta situación es claro y directo. Si ofrecemos ayuda alimentaria a la población, respetando al mismo tiempo las costumbres locales y la dignidad individual, los adultos podrán dar los pasos necesarios para conseguir ingresos, y los niños podrán estudiar. Aumentarán sus posibilidades de una vida más estable y sana. Para llevar a cabo este proyecto La Fundación Prem Rawat ha hecho partícipe a la población de muy diversos modos, dejándose asesorar por los ancianos del lugar acerca del desarrollo y administración del centro "Comida para Todos", incluyendo la elaboración de los menús con recetas procedentes de sus platos tradicionales.
Después de asistir a la celebración en India del primer año de actividad del programa Comida para Todos, Linda Pascotto, presidenta de La Fundación Prem Rawat, pudo comprobar de primera mano los asombrosos cambios ocurridos en un solo año. Las miradas de muchos niños, que antes aparecían un tanto vidriosas, ahora reflejan vivacidad, ya no tienen las mejillas hundidas y por todas partes se les oye charlar y reír. Como era verano, la escuela comenzaba en las horas más frescas de la mañana para evitar los fuertes calores del mediodía. De vuelta a casa desde la escuela, los niños venían para comer su comida principal y se ponían en fila de forma ordenada y voluntariamente para lavarse las manos y recoger su thali (una tradicional bandeja redonda de acero con varios compartimentos), que pronto sería llenada con deliciosa comida caliente.
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