01 diciembre 2007

LA PUERTA DEL CIELO III

Todos somos instrumentos del amor. La semilla que está plantada en cada corazón está siendo regada y abonada por la Luz Divina. Irremisiblemente dará su fruto y seremos testigos de cómo florece en nosotros, y se manifestará por siempre jamás el ser humano que llevamos dentro. Estamos hechos a imagen y semejanza de la eternidad.
Un ser diseñado para estar en armonía, en paz, en felicidad… Sincronizado con las fuerzas invisibles que rigen nuestros destinos y nos gobiernan. Son leyes instituidas desde el comienzo de los tiempos y todo aquel que las descubra encontrará su propósito, su meta. Se hallará a sí mismo.
Son leyes que han sido ratificadas, probadas y sufridas en sus propias carnes por los misericordiosos, por los desdichados, por los hambrientos, por los llamados escoria, por los más desfavorecidos, por los desahuciados, por los que lloran en la soledad de la noche, suplicando y mendigando amor y justicia.
Y sencillamente porque ese grito está siendo lanzado, desde todos los confines de la tierra, por todos los corazones que están sirviendo de espejos andantes para que los adinerados, los favorecidos, los afortunados, los que tienen más recursos, los llamados del primer mundo, se vean confrontados y reconozcan la miseria, la soledad, el vacío y el sin sentidos de sus vidas.
Estos seres bienaventurados van enarbolando el estandarte de la justicia divina, deseosos de implantar el reino de la verdad. Llevan mucho tiempo suplicando y trabajando en silencio. Están siendo utilizados, dirigidos y manipulados por el Santo Aliento y están cumpliendo su misión con amor y entusiasmo. Y se sienten dichosos y protegidos por la Gracia.
Es la misión más altruista jamás concebida. Porque el trabajo de convierte en adoración. ¡Qué inmenso honor! Pertenecer a esa clase de seres elegidos para dar su vida, en servicio, por el ser que te ha creado. A qué podemos tener miedo. Aquél que ha sido bendecido por la Gracia, jamás debe tener miedo a nada de este mundo ni del venidero.
“Sabed que el cuerpo no puede sucumbir en tanto Dios no ha terminado de utilizarlo para Su Lila. (Juego Divino)”.
(Pensamientos – Swami Ramdas)
Aquellos que comprenden Su Lila (este juego divino), estarán en condiciones de ir despojándose de lastres que han acumulado en este mundo, ya sean materiales como de conceptos, estereotipos, paradigmas, tópicos que lacran nuestra existencia y nos impiden escalar otros planos de conciencia.
Por el mero hecho de estar en este mundo y poder experimentar que dentro de nosotros está el poder de donde se ha desplegado toda la creación, ya deberíamos sentirnos más que agradecidos. Y si fuéramos conscientes de que ese ser que no podemos pronunciar Su Nombre con labios carnales, nos ha permitido disfrutar de su juego, haciéndonos partícipes de su creación con la experiencia captada a través de los cinco sentidos por donde apreciamos tanta perfección, nos inclinaríamos en la más absoluta veneración y reverencia.

F.G.M.

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