Al igual que los transbordadores espaciales, en su reingreso a la atmósfera terrestre, han de atravesarla a una cierta velocidad y a un ángulo determinado para que no reboten y se desintegren; los seres humanos hemos de encontrar esa puerta que nos libere de los apegos mundanos e ilusiones mentales, para iniciar el viaje a planos de conciencia más elevados…
¿Por qué somos tan distintos cada miembro de una misma familia, si todos hemos nacido en el mismo seno, compartiendo el mismo proyecto, y la misma educación que nuestros padres han diseñado para nosotros? ¿Quién planifica nuestro destino antes de nacer? ¿Quién traza los obstáculos que hemos de sortear en nuestra vida? ¿Estamos predestinados? ¿Es el azar? ¿Es un absurdo? ¿Es un misterio? ¿Es un sinsentido? ¿…?
Cuando nacemos ya venimos con nuestro único y exclusivo código incorporado para que se desarrollen y desplieguen todos los resortes para llevar a cabo su propósito. Todas las circunstancias de la vida marcarán nuestro destino y posibilitarán el encuentro con la clave del misterio oculto.
La entrada a dicho enigma estará bien custodiada por invisibles guardianes esperando pacientemente que desarrollemos y descubramos en nuestro interior el jeroglífico, las claves para evolucionar a otros planos de conciencia.
Tendremos señales en el transcurso de nuestra vida y solamente el corazón estará capacitado para interpretar las instrucciones y mensajes impregnados de amor provenientes de nuestros semejantes, y de las circunstancias de la vida.
Sin que comprendamos el motivo seremos arrojados a situaciones que impregnarán nuestra conciencia, dejando marcas de amor. Será el indicio de nuestro aprendizaje y empezaremos a descubrir el propósito de nuestra existencia, de forma sutil.
A partir de ese instante ya no podremos retroceder porque seremos zarandeados por el amor que nos ha dejado marcado de por vida. La esperanza se divisa en nuestro horizonte interior y por fin reconocemos que estamos llegando al final del túnel.
Cuando lo atravesamos estaremos en disposición de reconocer las indicaciones e interpretar las contraseñas que se han manifestado durante nuestra existencia. La certidumbre se estará revelando, sin que sepamos cómo ha ocurrido. Deseamos evolucionar como un niño desea andar. Queremos crecer, escalar otro peldaño en la escala interior. Empezamos a descubrirnos como seres humanos y nos agrada esa nueva sensación. Comenzamos a sentir que estamos en armonía con nuestro entorno. Y por fin respiramos amor.
Vemos una mano tendida y nuestro corazón recibe un mensaje claro, diáfano, comprensible tan solo por nosotros. Está redactado desde el origen de los tiempos exclusivamente para cada uno de nosotros.
Y dice El Kybalion: “Dondequiera que estén las huellas del Maestro, allí, los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par”. Y además: “Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría». Otro aforismo del Kybalion: “los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.” (Hermes Trismegisto)
La puerta del cielo se está abriendo para nosotros. Habremos encontrado la abertura. Oiremos las sabias palabras y nuestro corazón asentirá y nuestros ojos derramarán lágrimas de gozo y alegría porque habremos sido dignos de comprender la sabiduría que sale del Maestro. A partir de aquí iniciamos el viaje hacia otros planos de conciencia.
F.G.M.
¿Por qué somos tan distintos cada miembro de una misma familia, si todos hemos nacido en el mismo seno, compartiendo el mismo proyecto, y la misma educación que nuestros padres han diseñado para nosotros? ¿Quién planifica nuestro destino antes de nacer? ¿Quién traza los obstáculos que hemos de sortear en nuestra vida? ¿Estamos predestinados? ¿Es el azar? ¿Es un absurdo? ¿Es un misterio? ¿Es un sinsentido? ¿…?
Cuando nacemos ya venimos con nuestro único y exclusivo código incorporado para que se desarrollen y desplieguen todos los resortes para llevar a cabo su propósito. Todas las circunstancias de la vida marcarán nuestro destino y posibilitarán el encuentro con la clave del misterio oculto.
La entrada a dicho enigma estará bien custodiada por invisibles guardianes esperando pacientemente que desarrollemos y descubramos en nuestro interior el jeroglífico, las claves para evolucionar a otros planos de conciencia.
Tendremos señales en el transcurso de nuestra vida y solamente el corazón estará capacitado para interpretar las instrucciones y mensajes impregnados de amor provenientes de nuestros semejantes, y de las circunstancias de la vida.
Sin que comprendamos el motivo seremos arrojados a situaciones que impregnarán nuestra conciencia, dejando marcas de amor. Será el indicio de nuestro aprendizaje y empezaremos a descubrir el propósito de nuestra existencia, de forma sutil.
A partir de ese instante ya no podremos retroceder porque seremos zarandeados por el amor que nos ha dejado marcado de por vida. La esperanza se divisa en nuestro horizonte interior y por fin reconocemos que estamos llegando al final del túnel.
Cuando lo atravesamos estaremos en disposición de reconocer las indicaciones e interpretar las contraseñas que se han manifestado durante nuestra existencia. La certidumbre se estará revelando, sin que sepamos cómo ha ocurrido. Deseamos evolucionar como un niño desea andar. Queremos crecer, escalar otro peldaño en la escala interior. Empezamos a descubrirnos como seres humanos y nos agrada esa nueva sensación. Comenzamos a sentir que estamos en armonía con nuestro entorno. Y por fin respiramos amor.
Vemos una mano tendida y nuestro corazón recibe un mensaje claro, diáfano, comprensible tan solo por nosotros. Está redactado desde el origen de los tiempos exclusivamente para cada uno de nosotros.
Y dice El Kybalion: “Dondequiera que estén las huellas del Maestro, allí, los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par”. Y además: “Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría». Otro aforismo del Kybalion: “los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.” (Hermes Trismegisto)
La puerta del cielo se está abriendo para nosotros. Habremos encontrado la abertura. Oiremos las sabias palabras y nuestro corazón asentirá y nuestros ojos derramarán lágrimas de gozo y alegría porque habremos sido dignos de comprender la sabiduría que sale del Maestro. A partir de aquí iniciamos el viaje hacia otros planos de conciencia.
F.G.M.
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