23 noviembre 2006

Una realidad magnífica

SI LA SED DE PLENITUD NO ESTÁ CLARA EN NUESTRA VIDA, aunque hubiera agua por todas partes, nos daría lo mismo. En mitad del desierto, cuando la sed apremia, incluso medio vaso de agua se convierte en la cosa más preciada. Coloca todo el oro del mundo y medio vaso de agua frente a una persona que se está muriendo de sed, y observa cuál es su elección. Cuando nuestra sed es patente, todo cobra sentido. Ya no hay misterios, las ideas sobran, no más dudas ni preguntas. Nos encontramos nadando en las preciosas y cristalinas aguas de la claridad. Podemos dejarnos llevar, disfrutar. Podemos ser, de nuevo, quienes estamos destinados a ser, quienes realmente somos.

Esto no es algo que tengamos que aprender; es algo que necesitamos destapar, descubrir.

Nuestra vida es una realidad magnífica. Somos una magnífica realidad en un mundo magnífico. En nuestro interior existe una paz inconmensurable, una alegría infinita. No está en lo histórico, ni en la ciencia moderna. Está en nuestro interior, en el corazón de cada ser humano.